¿Qué es el Holocausto?

Se conoce con el nombre de Holocausto a la persecución y asesinato sistemático de aproximadamente seis millones de judíos europeos, organizado por el Estado nacionalsocialista alemán entre 1939 y 1945.

El origen del término Holocausto remite a una palabra griega que significa todos (holos) quemados (caustos) y hace referencia a un sacrificio. A su vez, en el Antiguo Testamento, Holocausto designa un tipo de sacrificio u ofrenda ritual.

Por tal motivo la Alianza Internacional para la Memoria del Holocausto consensuó un documento condenando la negación y distorsión del Holocausto. Allí se establece que: “La negación del Holocausto se define como todo discurso y propaganda que niega la realidad histórica y el alcance de la exterminación de judíos por parte de los nazis y sus cómplices durante la Segunda Guerra Mundial. Las metas de la negación del Holocausto suelen ser la rehabilitación de un antisemitismo explícito y la promoción de ideologías políticas y condiciones aptas para el advenimiento del tipo de acontecimiento que precisamente niega.”


¿Qué es el antisemitismo y qué relación tiene con el Holocausto?

El término antisemitismo fue acuñado en 1879 por el periodista Wilhelm Marr para designar el odio existente contra los judíos destacando las nuevas fundamentaciones raciales y políticas que lo sustentaban. Si bien el concepto se utiliza por primera vez hacia fines del siglo XIX, las prácticas antisemitas le precedieron.

Como toda definición conceptual, la noción de antisemitismo presenta sus problemas: el término semita hace referencia a Sem, según la Biblia, uno de los tres hijos de Noé, junto a Cam y a Jafet. De Sem descenderían los pueblos hablantes de las lenguas semíticas: hebreos, asirios, babilonios y árabes, entre otros.

El término “semita” fue apropiado por el racismo pseudocientífico para designar a los judíos como grupo supuestamente racial y no como pueblo o comunidad religiosa.

En Europa, la doctrina cristiana estaba impregnada de la idea que los judíos eran responsables de la crucifixión de Jesús y convalidó una serie de prácticas discriminatorias hacia ellos. Este tipo de antisemitismo, caracterizado como tradicional, se ejerció a través de disposiciones restrictivas para el desarrollo de la vida judía: desde la imposibilidad de poseer tierras y celebrar públicamente sus rituales hasta persecuciones y matanzas masivas.

El antisemitismo moderno, contemporáneo al origen de los Estados nacionales, secularizó su narrativa. El odio contra los judíos se apoyó en su condición de apátridas: al no poseer un Estado nacional propio, se los consideraba ajenos y potenciales enemigos de los Estados en los que vivían.

No obstante, esta no fue la única acusación esgrimida. Desde fines del siglo XIX el antisemitismo se sostuvo en el mito de la conspiración judía mundial. La teoría del complot permitió articular en un mismo discurso la figura de un enemigo particular, "los judíos", con los ataques a la democracia liberal y la denuncia del peligro comunista tanto como del imperialismo burgués.

Gran parte de la campaña del nazionalsocialismo se cimentó en la circulación de imágenes peyorativas sobre quienes eran considerados los enemigos de Alemania y la “raza aria”: comunistas, judíos y gitanos, fueron algunas de las víctimas predilectas de la narrativa nazi. Esas representaciones tendían a destacar diversos estereotipos tendientes a reconocer a los “enemigos”, cualquiera sea la acción que desarrollaran contra Alemania. De esta forma, la circulación de imágenes, relatos y la evocación “del mal” en los discursos de los funcionarios del Tercer Reich creaban un “sentido común” que permitió la colaboración y el consenso de sectores de la población con las políticas de persecución y exterminio.

¿Cuáles fueron los métodos del exterminio utilizados por los nazis?

El control de los campos estaba en manos de las SS - Schutzstaffel (Escuadrón de Defensa). Si bien, en sus orígenes, fueron creadas como guardia personal del Adolf Hitler, tiempo después pasaron a estar bajo el mandato de Heinrich Himmler. Desde entonces fueron las encargadas de ejecutar las políticas de exterminio en colaboración con formaciones de policía, unidades de las fuerzas armadas alemanas o unidades formadas por extranjeros.

Durante la “Operación Barbarroja” (1941) –denominación asignada a la invasión de la Unión Soviética por parte de las fuerzas alemanas–, los Einsatzgruppen fueron divididos en sub-unidades (Sonderkommandos). Cada una de ellas debía eliminar a los judíos en la región conquistada donde se les asignaban las funciones. Estos aniquilaban a sus víctimas reuniéndolos al borde de barrancos, canteras o zanjones, cavadas especialmente para ese fin, donde eran aniquilados y arrojados sus cuerpos a esas fosas. Esta práctica de aniquilación masiva produjo una serie de efectos nocivos sobre los propios perpetradores: generaban efectos de desestabilización de las conciencias entre los miembros de los pelotones de ejecución.

Tal como quedó registrado en la Operación Reinhard, el problema fue resuelto apelando a otras alternativas de ejecución: las cámaras de gas evitaron el contacto y la presencia inmediata de los nazis durante el proceso de ejecución de cantidades considerables de individuos. Incluso, para desligarse de la responsabilidad inmediata de las ejecuciones, los nazis establecieron, en los campos de exterminio, Sonderkommandos integrados por judíos. De esta forma eran las propias víctimas las que eran obligadas a participar del proceso de aniquilamiento.

Los miembros judíos de los Sonderkommandos se encargaban de retirar los cadáveres de las cámaras de gas, requisar las pertenencias de los fallecidos, limpiar las instalaciones y transportar los cuerpos a las fosas comunes. Sus miembros, tras algunos meses de cumplir estas tareas, eran ejecutados y reemplazados por otros prisioneros.

¿Qué fueron los campos de concentración?

En primer lugar, debemos señalar que existieron, durante el régimen nacionalsocialista diferentes tipos de campos: de detención o concentración, de tránsito, de traslado, de trabajo y de exterminio.

Los campos de concentración fueron instalaciones para la detención, encarcelamiento y eliminación de los “enemigos del Estado” nazi. La mayoría de los prisioneros en los primeros campos era comunistas alemanes, socialistas, social demócratas, gitanos (de los grupos Roma y Sinti), testigos de Jehová, homosexuales, clérigos cristianos, y personas acusadas de comportamiento “asocial” o "anormal".

Después de la invasión alemana de la Unión Soviética en junio 1941–conocida como la “Operación Barbaroja”– los nazis aumentaron el número de campos de prisioneros de guerra. Algunos de los campos fueron construidos dentro de campos de concentración ya existentes, por ejemplo, Auschwitz I.

En los campos de concentración los prisioneros eran clasificados de acuerdo a su país de origen y el motivo por el cual estaban confinados. A algunos se les otorgaban posiciones de supervisión o administrativas. Quienes detentaban esos puestos, en su mayoría alemanes, acarreaban ciertos privilegios.

A diferencia de los campos de concentración, que servían primariamente como centros de detención y trabajo, los campos de exterminio eran casi exclusivamente “fábricas de muerte”. Más de tres millones de judíos fueron asesinados en los campos de exterminio, con gas o por fusilamiento.

DISCURSO DE ADOLF HITLER

Sobre el judio como enemigos del pueblo | 13 DE ABRIL DE 1923

"Tras la finalización de la Primera Guerra Mundial circularon discursos que se oponían a la forma de gobierno de las repúblicas liberales. Particularmente, tras la Revolución Rusa de 1917 –y la posibilidad de que ese ejemplo se expandiera por el mundo–, diversas organizaciones de carácter nacionalista, antiliberal y anticomunista se erigieron como alternativas políticas apreciables. Durante sus primeros años de existencia, el Partido Nazi actuó principalmente en Baviera. Sus integrantes lograron atraer a nuevos miembros mediante una propaganda que apelaba a las emociones y a la violencia. Meses antes del Puch de Munich, Hitler pronunció un discurso donde expuso su análisis acerca de la situación de Alemania luego de la Guerra. Su retórica es muy ilustrativa respecto de los conceptos políticos, raciales e históricos que configuraron el ideario nacionalsocialista frente a lo que consideraban los problemas de la época. Siempre ante Dios y el mundo el más fuerte tiene el derecho de hacer prevalecer su voluntad. La historia da la prueba: ¡al que no tiene la fuerza el “derecho en sí” no le sirve de nada! Un tribunal mundial sin una policía mundial sería una broma. (…) Toda la naturaleza es una formidable pugna entre la fuerza y la debilidad, una eterna victoria del fuerte sobre el débil. Nada más que podredumbre habría en toda la naturaleza si fuera de otro modo. Se corromperían los estados que pecan contra esta ley elemental. Ustedes no necesitan buscar mucho tiempo por un ejemplo de semejante podredumbre que trae la muerte. ¡Lo ven en el actual Reich! (…) Ahora bien: ¿Por qué los judíos han estado contra Alemania? Esto al presente, demostrado claramente por un sinnúmero de realidades, es perfectamente evidente. Ellos usaban la antiquísima táctica de las hienas: cuando los combatientes desfallecen, entonces echan mano. ¡Entonces cosechan! En la guerra y en las revoluciones Judá alcanzó lo casi inalcanzable. ¡Cientos de miles de piojosos judíos del Este llegan a ser “europeos” modernos! Tiempos intranquilos son capaces de producir milagros. ¡¿Cuánto tiempo se hubiera necesitado antes de 1914, por ejemplo en Baviera, para que un judío galitziano llegara a ser presidente de ministros?! ¡¿O en Rusia un anarquista del gueto neoyorquino, Bronstein (Trotzki), dictador?! Pocas guerras y revoluciones han sido suficientes para hacer del pueblo de los judíos el poseedor del oro rojo y con ello, el señor del mundo. Este pueblo odiaba dos estados ante todo, que hasta 1914 aun le impedían la consecución de su meta de dominación mundial: Alemania y Rusia. Aquí aún les había llegado en forma total lo que ya poseían en las democracias occidentales. Aquí ellos no eran aún los únicos soberanos en la vida espiritual, así como en la económica. (…) El hombre alemán y el ruso genuino habían conservado todavía una cierta distancia frente al judío. En ambos pueblos vivía todavía el sano instinto del desprecio a los judíos, (…) ¡Así los judíos se hicieron revolucionarios! La república debía conducirlos al enriquecimiento y al poder. Ellos disfrazaron esta meta: ¡Caída de las monarquías! ¡Instauración del pueblo “soberano”! ¡Yo no sé si hoy es posible llamar soberano al pueblo alemán o ruso! ¡En todo caso uno no se percata de ello! ¡Pero de lo que el pueblo alemán se percata, lo que diariamente tiene ante sus ojos en la forma más crasa, es el desenfreno, la intemperancia en el comer y en el beber y la especulación, de los que hace ostentación el abierto escarnio del judío!"

¿Qué es el antisemitismo y qué relación tiene con el Holocausto?

El término antisemitismo fue acuñado en 1879 por el periodista Wilhelm Marr para designar el odio existente contra los judíos destacando las nuevas fundamentaciones raciales y políticas que lo sustentaban. Si bien el concepto se utiliza por primera vez hacia fines del siglo XIX, las prácticas antisemitas le precedieron.

Como toda definición conceptual, la noción de antisemitismo presenta sus problemas: el término semita hace referencia a Sem, según la Biblia, uno de los tres hijos de Noé, junto a Cam y a Jafet. De Sem descenderían los pueblos hablantes de las lenguas semíticas: hebreos, asirios, babilonios y árabes, entre otros.

El término “semita” fue apropiado por el racismo pseudocientífico para designar a los judíos como grupo supuestamente racial y no como pueblo o comunidad religiosa.

En Europa, la doctrina cristiana estaba impregnada de la idea que los judíos eran responsables de la crucifixión de Jesús y convalidó una serie de prácticas discriminatorias hacia ellos. Este tipo de antisemitismo, caracterizado como tradicional, se ejerció a través de disposiciones restrictivas para el desarrollo de la vida judía: desde la imposibilidad de poseer tierras y celebrar públicamente sus rituales hasta persecuciones y matanzas masivas.

El antisemitismo moderno, contemporáneo al origen de los Estados nacionales, secularizó su narrativa. El odio contra los judíos se apoyó en su condición de apátridas: al no poseer un Estado nacional propio, se los consideraba ajenos y potenciales enemigos de los Estados en los que vivían.

No obstante, esta no fue la única acusación esgrimida. Desde fines del siglo XIX el antisemitismo se sostuvo en el mito de la conspiración judía mundial. La teoría del complot permitió articular en un mismo discurso la figura de un enemigo particular, "los judíos", con los ataques a la democracia liberal y la denuncia del peligro comunista tanto como del imperialismo burgués.

Gran parte de la campaña del nazionalsocialismo se cimentó en la circulación de imágenes peyorativas sobre quienes eran considerados los enemigos de Alemania y la “raza aria”: comunistas, judíos y gitanos, fueron algunas de las víctimas predilectas de la narrativa nazi. Esas representaciones tendían a destacar diversos estereotipos tendientes a reconocer a los “enemigos”, cualquiera sea la acción que desarrollaran contra Alemania. De esta forma, la circulación de imágenes, relatos y la evocación “del mal” en los discursos de los funcionarios del Tercer Reich creaban un “sentido común” que permitió la colaboración y el consenso de sectores de la población con las políticas de persecución y exterminio.

¿Cuáles fueron los métodos del exterminio utilizados por los nazis?

El control de los campos estaba en manos de las SS - Schutzstaffel (Escuadrón de Defensa). Si bien, en sus orígenes, fueron creadas como guardia personal del Adolf Hitler, tiempo después pasaron a estar bajo el mandato de Heinrich Himmler. Desde entonces fueron las encargadas de ejecutar las políticas de exterminio en colaboración con formaciones de policía, unidades de las fuerzas armadas alemanas o unidades formadas por extranjeros.

Durante la “Operación Barbarroja” (1941) –denominación asignada a la invasión de la Unión Soviética por parte de las fuerzas alemanas–, los Einsatzgruppen fueron divididos en sub-unidades (Sonderkommandos). Cada una de ellas debía eliminar a los judíos en la región conquistada donde se les asignaban las funciones. Estos aniquilaban a sus víctimas reuniéndolos al borde de barrancos, canteras o zanjones, cavadas especialmente para ese fin, donde eran aniquilados y arrojados sus cuerpos a esas fosas. Esta práctica de aniquilación masiva produjo una serie de efectos nocivos sobre los propios perpetradores: generaban efectos de desestabilización de las conciencias entre los miembros de los pelotones de ejecución.

Tal como quedó registrado en la Operación Reinhard, el problema fue resuelto apelando a otras alternativas de ejecución: las cámaras de gas evitaron el contacto y la presencia inmediata de los nazis durante el proceso de ejecución de cantidades considerables de individuos. Incluso, para desligarse de la responsabilidad inmediata de las ejecuciones, los nazis establecieron, en los campos de exterminio, Sonderkommandos integrados por judíos. De esta forma eran las propias víctimas las que eran obligadas a participar del proceso de aniquilamiento.

Los miembros judíos de los Sonderkommandos se encargaban de retirar los cadáveres de las cámaras de gas, requisar las pertenencias de los fallecidos, limpiar las instalaciones y transportar los cuerpos a las fosas comunes. Sus miembros, tras algunos meses de cumplir estas tareas, eran ejecutados y reemplazados por otros prisioneros.

¿Qué fueron los campos de concentración?

En primer lugar, debemos señalar que existieron, durante el régimen nacionalsocialista diferentes tipos de campos: de detención o concentración, de tránsito, de traslado, de trabajo y de exterminio.

Los campos de concentración fueron instalaciones para la detención, encarcelamiento y eliminación de los “enemigos del Estado” nazi. La mayoría de los prisioneros en los primeros campos era comunistas alemanes, socialistas, social demócratas, gitanos (de los grupos Roma y Sinti), testigos de Jehová, homosexuales, clérigos cristianos, y personas acusadas de comportamiento “asocial” o "anormal".

Después de la invasión alemana de la Unión Soviética en junio 1941–conocida como la “Operación Barbaroja”– los nazis aumentaron el número de campos de prisioneros de guerra. Algunos de los campos fueron construidos dentro de campos de concentración ya existentes, por ejemplo, Auschwitz I.

En los campos de concentración los prisioneros eran clasificados de acuerdo a su país de origen y el motivo por el cual estaban confinados. A algunos se les otorgaban posiciones de supervisión o administrativas. Quienes detentaban esos puestos, en su mayoría alemanes, acarreaban ciertos privilegios.

Hacia fines de 1944, cuando comenzaba a ser previsible la derrota de Alemania en la Segunda Guerra Mundial, los nazis fueron cerrando los campos de concentración y los de exterminio enviando a sus prisioneros hacia las “Marchas de la muerte”. El objetivo era no dejar evidencia, ni testigos, de la política concentración aria y de aniquilamiento que habían perpetrado entre 1939-1945.

¿Qué sucedió con los responsables del Holocausto cuando terminó la guerra?

El 7 de mayo de 1945 los representantes del Estado alemán firmaron la capitulación sin condiciones frente a los Aliados, poniendo fin a la Segunda Guerra Mundial en Europa. Luego, como consecuencia de los crímenes de guerra cometidos por el Ejército alemán, se desarrolló una investigación que concluiría con un juicio de características particulares. El Juicio de Nüremberg o los juicios a Criminales de Guerra fue el enjuiciamiento de líderes políticos y militares por crímenes cometidos durante la guerra.

En esta instancia se juzgaron 22 de los principales criminales de guerra por conspiración, crímenes en contra de la paz, crímenes de guerra, y crímenes contra la humanidad.

Este juicio pasó a la historia como el comienzo de un orden internacional que no permitiría la repetición de los hechos vividos durante la Segunda Guerra Mundial. Hasta ese momento los dirigentes de un país sólo debían rendir cuentas frente a tribunales de sus propios países, a partir de ahora existirá un orden institucional.

EL HOLOCAUSTO Y SU RELACIÓN CON LAS EXPERIENCIAS LATINOAMERICANAS

El Holocausto y el posterior juicio de Nüremberg no impidieron nuevas experiencias genocidas. Por el contrario, gran cantidad de regímenes totalitarios asolaron los continentes. No obstante, el juicio de Nüremberg actuó, en algunas ocasiones, como un paradigma de búsqueda de la verdad e intento de condenar a los culpables. En Latinoamérica –donde las dictaduras militares atormentaron a la sociedad civil– diversas iniciativas produjeron lo que se denominó “Comisiones de la Verdad”.

La impronta que tuvieron los organismos defensores de los derechos humanos en la tarea de oposición y denuncia de las arbitrariedades cometidas por los regímenes militares fue muy importante. Entre las tareas que desarrollaron se destacaron la realización de listas de desaparecidos, la producción de boletines y/o solicitadas para el conocimiento público nacional e internacional de lo que acontecía en estos países, la recolección de testimonios de afectados y, en algunos casos, la defensa de presos políticos.

Entre los organismos más importantes, en el contexto latinoamericano, se encuentra la Vicaría de la Solidaridad de la República de Chile. Fue creada por la Iglesia católica en 1976 y finalizó sus actividades en 1992. Este organismo, impulsado por el cardenal Silva Henriquez, ofreció apoyo legal a los presos políticos y a los trabajadores despedidos por consideraciones políticas. También colaboró en la tarea de sacar del país a los individuos que eran perseguidos por la represión ilegal. Las informaciones producidas y recibidas en ese organismo fueron sistematizadas y permitieron construir su archivo.

Otro archivo similar es el de Clamor (Comité de Defesa dos Direitos Humanos para os Paises do Cone Sul). Su origen se remite hacia 1978, cuando el número de exiliados argentinos empezaba a modificar el paisaje urbano de San Pablo. La Archidiócesis de la ciudad comenzaba a incrementar la atención de estos, quienes buscaban algún tipo de ayuda. Una diversidad de actores, abogados, periodistas y religiosos, confluyó en el armado de una organización que se dedicaría a relevar testimonios de las violaciones a los derechos humanos que estaban llevando a cabo las dictaduras del cono sur.

Uno de los objetivos fue el de divulgar los testimonios recolectados y establecer una red internacional de denuncia con otras organizaciones defensoras de los derechos humanos. La primera aparición pública del grupo ocurrió durante el mundial de fútbol que se desarrolló en Argentina. El primer boletín, que se llamó Clamor, estuvo dedicado a denunciar las atrocidades que se cometían en Argentina durante el gobierno del general Videla. Producto de la recolección de testimonios de afectados, el Comité fue constituyendo un archivo compuesto de fotos, cartas, testimonios.

En Argentina se conformó una comisión especial, formada por iniciativa del Poder Ejecutivo nacional en los inicios de la recuperación de la democracia, que se encargó de recaudar los datos sobre la nómina de los desaparecidos y establecer cuáles fueron las lógicas del terrorismo de Estado.

¿Es posible establecer relaciones entre la última dictadura argentina y el Holocausto?

El Holocausto y el terrorismo de Estado se emparentan. De acuerdo a diversos estudios históricos, e incluso pesquisas judiciales, sabemos que el establecimiento de campos de exterminio y centros clandestinos de detención necesitó de una organización previa.

Asimismo, a partir de los testimonios relevados por distintas organizaciones –particularmente la CONADEP– serán conocidas las aseveraciones acerca de diversas prácticas celebratorias del nazismo en los centros clandestinos de detención: pintadas de esvásticas sobre los prisioneros y obligación de realizar el saludo nazi a los detenidos judíos, son algunos de los ejemplos más significativos.

En este sentido, la búsqueda por parte de diversos organismos defensores de los derechos humanos de instancias judiciales que permitieran proseguirlas investigaciones y condenas a los responsables del terrorismo de Estado en Argentina, encontraba en el caso de los detenidos-desaparecidos de origen judío un argumento favorable para apelar a la intervención de la justicia internacional.

Finalmente, el Holocausto y el terrorismo de Estado comparten un derrotero similar en torno de la construcción y legitimación de una memoria de las víctimas acerca de las violencias sufridas por parte de la planificación estatal.

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